EL LÍDER QUE NECESITAMOS

EL LIDER QUE NECESITAMOS

Hablar sobre liderazgo es hablar sobre cotidianidad. No existe ninguna conversación actual en donde no nos quejemos de como adolecemos de este, o en otros casos, de cómo está siendo mal manejado. Aunque el Liderazgo nació con el hombre, a través de su interacción social, en estos siglos recientes es que se ha intentado definirlo y estudiarlo.
Existen diversos tipos de categorías y diversas teorías al respecto, pero lo cierto es que el Liderazgo es una condición personal, innata o desarrollada, que nos cautiva por su fuerza y magnetismo, provocándonos simpatía o aversión. Desde Jesucristo, el primer y gran líder, hasta Gandhi, Mandela o la Madre Teresa, nos han enseñado modelos positivos de sacrificio y entrega, que les llevaron a captar miles y millones de adeptos. Por el otro lado pudiéramos mencionar a Hitler, Mussolini, Mogabe, entre otros, sin aludir algunos recientes, quienes nos muestran la cara contraria de esta condición.
El liderazgo no está atado a una condición de poder. Usted puede ser dueño de empresa, ejecutivo, gerente, político o incluso presidente de la república y esto no le garantiza un liderazgo. El Liderazgo va más allá de la fuerza del poder y la autoridad. Usted puede mandar, pero esto no es liderar. Podemos seguir órdenes e instrucciones, pero sin convicción, y estas solo se quedan en mandatos, mi convencimiento de la tarea no está en juego y la ejecuto por conveniencia o la necesidad, pero no por convicción.
Un verdadero líder actúa por principios, desde un sentimiento de entrega donde lo importante es su gente. Se preocupa genuinamente por ella y le brinda la posibilidad de entender y comprender para tomar decisiones. Un Líder enseña y escucha. Brinda conocimiento de los escenarios, para que sea la gente la que tome sus propias decisiones. No manipula ni embauca a la gente, ni juega con sus necesidades para lograr que ellos hagan lo que él quiere. Esto no es liderazgo, es maniobra vil y cruel para alcanzar o mantener el poder y la autoridad.
Necesitamos líderes que de verdad nos escuchen y comprendan y lleven esas inquietudes a acciones para el crecimiento colectivo. Que hagan a un lado intereses particulares y piensen en la totalidad de la gente. Gente genuina. Líderes morales que nos permitan participar de verdad en la toma de las decisiones.
Estamos viviendo tiempos de anti-valores y el único antídoto capaz de eliminar esta crisis viene aderezado con elementos como la verdad, el amor genuino por la gente, el profesionalismo y la mística. Tenemos condiciones para cambiar radicalmente los escenarios, pero requiere un trabajo duro de todos, eliminar esa falsa costumbre de ser “entrenadores de tribuna”, que todo lo critican, y convertirnos todos en aportadores de ideas. Demandemos a nuestros líderes que nos escuchen, pero aportemos a ellos nuestras ideas.
El líder que necesitamos no requiere una fuerza especial, solo necesita poder “entender genuinamente” lo que quiere la gente. Para esto es necesario escucharla y comprenderla, lo demás es, aplicar sus conocimientos para llevar esas necesidades a acciones de mejora.
Tenemos gente capacitada y con suficiente autoridad moral para llevar un liderazgo moral que comience a cambiar los escenarios. Solo esperamos que ellos lo entiendan y actúen en consecuencia.
El cambio si es posible.

Saludos
Arnaldo Garcia Pérez
@arnaldogarciap

Arnaldogarciap.blogspot.com

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