Y PARA ELLOS QUE?
Y
PARA ELLOS QUE?
Que estamos viviendo tiempos
inimaginables, no es un secreto para nadie. Como sociedad, estamos pasando por
una de las pruebas más duras en nuestra historia. Cada generación en su orden,
puede delimitar, en su justa medida la magnitud de lo vivido. Para nosotros, el
escenario que se nos presenta es inédito y como tal, nos cuesta reaccionar ante
él.
Imagínese si usted, que tal
vez tenga mejores y mayores recursos intelectuales, técnicos y financieros,
está en una incertidumbre permanente con cada situación que se presenta, y que
no son aisladas, sino permanentes y en ocasiones diarias, cómo le irá a una
gran mayoría que está en una desventaja marcada. Tal vez no haga falta salir a
la calle y mirar los escenarios deprimentes de gente comiendo basura de la
calle y haciendo enormes colas de sufrimiento. En muchos casos basta con
voltear hacia nuestra propia familia y encontrar gente que no entiende lo que
pasa, no puede reaccionar ante ello y tiene enormes dificultades económicas
para sobrevivirla. Me refiero a nuestros adultos mayores, en especial nuestros
padres y abuelos.
La solidaridad es uno de los
valores universales de la humanidad. Es esa muestra
de apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en
situaciones comprometidas o difíciles. La solidaridad ha sido, desde nuestros
inicios como sociedad, uno de nuestros pilares característicos. Es parte de
nuestro ADN. Si algo identifica al venezolano son esas muestras de real interés
por los otros. Lo vemos en cualquier relación que encontremos; los niños
compartiendo sus cosas en el colegio, los compañeros de trabajo colaborando en
“vacas” para asistir a quien lo necesite, todo un pueblo reaccionando en los
casos catastróficos internos o externos y aportando lo más mínimo. Somos un
pueblo generoso, donde no nos importa comer menos, con tal de compartir con el
necesitado.
En el caso del apoyo que
debemos brindar a nuestros adultos mayores, particularmente tengo sentimientos
encontrados entre la solidaridad y la gratitud. Creo fervientemente que en
principio debemos ser agradecidos con la vida y con esos seres que nos
brindaron, con mayor o menor intensidad su apoyo. Es doloroso ver como existen
abuelos abandonados a su propio destino. Conozco de experiencias de hijos que
dejan “depositados” en ancianatos a sus padres, con la promesa de cuidarlos y
apoyarlos desde la distancia para luego no aparecer nunca más. Hijos, con
recursos económicos que sólo se prestan para enviar una remesa que lava
conciencia, pero carente de afecto y amor. Otros, bajo la excusa de sus
limitaciones económicas, ni aportan ni ayudan y mucho menos respaldan a sus
padres y abuelos en estos momentos tan difíciles.
Esa es una parada del camino
a donde todos vamos a llegar. Un puerto donde atracaremos en algún momento con
nuestras naves cansadas. Piensa que en un futuro el karma puede cobrar su deuda
con la vida. Necesitamos ciudadanos sensibles para sí y para los otros. Siempre
habrá un tiempo, un recurso, una oportunidad para una visita, una llamada o
maravillosamente para una temporada que alegre y estimule el espíritu de esas
personas que sencillamente se lo merecen.
Lo más sencillo e impactante
es una genuina demostración de afecto.
No lo dejes para después. El
momento es ahora.
Saludos
Arnaldo
García Pérez
@arnaldogarciap
Arnaldogarciap.blogspot.com
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