EL VIVO, EL LENTO Y LOS OTROS.

EL VIVO, EL LENTO Y LOS OTROS.

Dentro de las caracterizaciones de personalidad que se les hacen a los venezolanos, existen unas cuantas particularidades que resaltan y nos diferencian de nuestros hermanos latinoamericanos y radicalmente de los americanos del norte. Definitivamente, nuestra familiaridad, espíritu de lucha, creatividad y solidaridad son competencias que nos identifican y resaltan en nuestro sello. No existe ni uno solo de nosotros que no posea alguna de ellas y hay muchos que las ostentan todas. Un buen ejemplo de este tema es cuando conocemos a alguien. Solo basta el compartir algunos instantes con una persona con la que tengas sintonía, para ya apreciarlos como si fueran “hermanos de toda la vida”.

Evidentemente, estas son competencias personales importantes en nuestro accionar en sociedad. Si posees condiciones y sensibilidad para con los otros, las relaciones afloran y con ello la armonía y la productividad en equipo. Para la psicología positiva, una de las condiciones vitales para mantener el bienestar individual, se basa en contar con relaciones sociales sanas y de mutuo crecimiento. La recomendación de estos especialistas es cultivar las relaciones como parte del enriquecimiento espiritual y como una vía para fomentar el crecimiento colectivo.

Pero en el meollo de nuestra caracterización, existen otras maneras de presentarnos y hay una de ellas, a la que quiero referirme por lo marcada que está en estos tiempos. Hay una tipología de gente, que también nos representa y que he dividido y donde están: los vivos, los lentos y los otros. Los vivos, como su nombre lo indica, son esa estirpe que se cree con el derecho a todo. Para ellos no existen colas ni orden de llegada ni mucho menos el respeto a procedimientos y políticas. Son los representantes de la llamada “Viveza Criolla”, y que personifican, a través de su altanería, el poco acatamiento a las normas de relacionamiento y convivencia. Es el claro representante de “A mí no me den, pónganme donde hay”. Son los padres del bachaqueo, el cobro por ponerte en la cola, el abusar corriendo con su vehículo por el hombrillo y pare usted de contar. Son el propio reflejo de los antivalores que vivimos día a día y que nos tienen a todos de cabeza.

Por otra parte están los lentos. A ciencia cierta no sabemos quién fue primero, si el huevo o la gallina. Si los lentos son producto de los vivos o viceversa. Los lentos son esos personajes representados fielmente por aquel individuo que va a 40 por el canal rápido, que pone la luz de cruce para la derecha pero gira a la izquierda. Que saca una faja de billetes de cinco a última hora para pagar en la caja atiborrada del supermercado. Definitivamente los lentos nos matan con su parsimonia y poca empatía hacia sus congéneres. Les importa poco lo que acontece a su alrededor y el mundo gira solo para ellos. Definitivamente son un caso.

Y por último estamos los otros. Aquellos ciudadanos que solo queremos vivir en fraternidad, que buscamos el mantener relaciones armónicas con todos. Son aquellos que actúan con la asertividad a flor de piel y buscando siempre la mejora para todos. Somos una gran mayoría que a veces no se hace notar, pero que quiere vivir con y en dignidad, donde el respeto sea uno de nuestros pilares fundamentales y la concordia entre todos sea la bandera a enarbolar. Aún estamos en pie. Aún soñamos con ese país posible y cada día actuamos en consecuencia. Debemos minimizar a los vivos y los lentos. Los otros somos el pasado y el futuro de este país.
Esta nación debe ser de los otros, porque somos los que vivimos y trabajamos para algo diferente.

No perdamos nuestra esencia y gentilicio. Las futuras generaciones lo agradecerán. Seamos como los otros.

Saludos
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap

Arnaldogarciap.blogspot.com

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