EN MI HUMILDE OPINIÓN…
EN MI HUMILDE OPINIÓN…
“Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de su esposa,
cuando vio a un hombre chino, poniendo un plato con arroz en la tumba vecina.
El hombre se dirigió al chino y le preguntó: disculpe señor, de verdad
cree usted que el difunto viene a comer el arroz? Si, responde el chino, cuando
el suyo venga a oler sus flores”.
Somos fáciles para cuestionar a otros.
En la mayoría de nuestros intercambios relacionales, estamos permanentemente
sometiendo las situaciones al ojo crítico de nuestra opinión. Muchas veces esta
es complaciente con la situación, pero en otras somos adversos a las mismas. Evidentemente,
nuestra forma de percibir las cosas y valorarlas tiene mucho que ver con
nuestra formación y cultura. De cómo fuimos formados, nuestras creencias y
principios, se despenden nuestros criterios y con ellos nuestros mecanismos
regulatorios y censores de las circunstancias. Podemos estar o no de acuerdo
con las cosas que ocurren o como la gente actúa ante las situaciones, el
problema está en cómo lo decimos y nos comportamos ante los demás por sus
acciones.
Siempre es importante manifestar
nuestra opinión sincera, aún más, cuando las personas pueden necesitarlo, es
cuando más debemos ser firmes en nuestros criterios y opiniones. Pero esto no
debe verse afectado por la forma. La asertividad nos brinda la oportunidad de
ser firmes en nuestros pensamientos y respetuosos en la forma de expresarlos. Aquí
está la clave de muchas relaciones comprometidas y deterioradas. Puedo estar en
desacuerdo, pero esto no me da pie ni aval para maltratar con mi opinión al
otro. Tengo la obligación de expresar mi opinión, sin afectar el sentimiento
ajeno.
En las relaciones laborales se ve con frecuencia cuando a
esto le sumamos jerarquía organizacional. Ya no solo importa la opinión, sino
que si eres el jefe puedes decirla de la manera más lastimosa y malogrando la
autoestima ajena. En las relaciones de pareja pasa otro tanto, cuando no
importa el contenido sino que el que se cree con la verdad asume una postura de
maltrato o burla, descalificando la opinión del otro. Y no se hable de las
relaciones padres hijos, donde la supuesta sabiduría de la paternidad da
patente para maltratar al otro de una manera descalificatoria.
Allí se crean los abismos
relacionales que poco a poco se hacen inabordables dañando la confianza y la
credibilidad en el poder de la opinión.
Podemos
tener posiciones encontradas. Mi visión de las situaciones en completamente
diferente a la tuya, pero siempre debemos localizar puntos de encuentro que nos
permitan dar y recibir esos consejos valiosos, no desde la crítica, sino desde
la experiencia que se convierte en aprendizaje. Esto garantizará la
receptividad del mismo de una manera poderosa y que permanecerá en el tiempo
como una enseñanza.
Debemos
estar atentos a la forma. Considerados en cómo cuestionamos y como aportamos
nuestras ideas. Si usted piensa que tiene la razón, la fuerza no es la vía. Es
el entendimiento y la comprensión lo que lo acercará al otro para aportarle su
idea.
Antes
de hablar…tómese unos segundos para pensar y buscar la mejor forma.
Sea
asertivo.
Saludos
Arnaldo García
Pérez
@arnaldogarciap
arnaldogarciap.blogspot.com
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