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Mostrando entradas de marzo, 2021
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  NOS ACECHA Hasta hace un par de semanas, aproximadamente, en muchas partes del mundo, la incidencia de la pandemia del COVID19, para muchos no era mas que una horrible noticia que se trasmitía desde cualquier rincón del mundo. Sus más de 125 millones de afectados directamente con su contagio no dejaban de ser números alarmantes pero que no afectaban directamente nuestra tranquilidad. Nos preocupaba si, pero mas nos afectaba que, a causa de su propagación, que nos tuvieran injustamente encerrados. Pese a tener en el mundo más de un año en aislamiento, en algunos países con rigurosidad, en otros con mucha ligereza y en los mas particulares con semanas de flexibilidad, donde pareciera que el virus se iba de vacaciones, aun no entendíamos la magnitud de lo que estamos viviendo y no valoramos el impacto de ser tocados por este mal. Nos enteramos de algunos contagios. Tal vez algún amigo lejano o familiar tuvo una pequeña crisis, pero sin una consecuencia significativa. Hasta aquí, seg
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SER DIFERENTE ES NORMAL Valdo se sentía atrapado. Él se veía como un niño normal, con un montón de ganas de aprender cosas, jugar y divertirse. Pero nada le salía como quería: a su alrededor todos parecían no entender lo que decía, por muy alto que gritase o por muchos gestos o aspavientos que intentase. Y para colmo, ni siquiera su propio cuerpo le obedecía: a veces trataba de hablar y sólo producía ruidos, o quería coger algo y sus manos lo tiraban al suelo, o incluso al abrazar a su madre terminaba dándole un empujón. A veces, incluso, ni siquiera podía pensar con claridad. Aquello le hacía sentir mucha rabia e impotencia, y muchos en su entorno, pensando que era un chico peligroso y agresivo, le dejaban de lado o le miraban con indiferencia. Y cuando esto pasaba, y Valdo se sentía triste, pensaba para sí mismo: "habría que verles a ellos en mi lugar...". Pero un día, Valdo conoció a Alicia, una persona especial y maravillosa. Parecía ser la única que entendía su sufrimi
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DEJANDO HUELLAS. Los ves recorriendo las calles afanosamente a pie, en bicicleta y los más afortunados en moto, con la encomienda a mano para llegar a tiempo. Están en las tiendas, restaurantes, cocinas, almacenes y también en trabajos más rudos y pesados. Otros los ves en las calles o en los vagones del metro, alegrando la vida con sus canciones por unas pocas monedas. Algunos, los más favorecidos y en minoría, tienen empleos de oficina o ejerciendo sus profesiones. También los hay emprendedores, con pequeños locales, muchos de ventas de productos de su tierra y otros con pequeños comercios o restaurantes. Todos labrándose un porvenir en cualquier rincón. Esa es la Venezuela de la diáspora,...esa es Venezuela por el mundo. A pesar de lo doloroso que pueda parecer y lo triste de muchos de los escenarios que uno encuentra por el camino o de las historias que se relatan, hay en cada uno de ellos un lugar común, unas características que no sé, si vinieron el en paquete original del AD
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ESTOY DEPRIMIDO No me provoca nada. Estoy hecho un desastre. Mi cuerpo está poseído por un espíritu impregnado de tristeza que recorre cada centímetro, cada órgano, cada célula de mi ser. No me interesa nada de lo que pasa en el mundo exterior. Las noticias que hasta ayer me preocupaban o entristecían con su lectura, ahora pasan por mi mente con la mayor neutralidad. Los chats y grupos me resbalan, muchos ni siquiera los abro y el celular se convirtió en un mero aparato sin importancia. No tengo apetito. La rutina de alimentarse es más una obligación vital que un placer. Con que coma un bocado en el día tengo suficiente. Por primera vez en mi vida he estado sin bañarme varios días. No hay ánimo para salir. Es una prisión mental y mi cuerpo no tiene fuerzas para salir del marasmo y no puedo ni levantarme de la cama. Sin motivos aparentes paso de la ansiedad descontrolada a la angustia y de allí a la tristeza. La familia me pide que reaccione y salga de la casa, pero, ni a ellos tengo