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Mostrando entradas de enero, 2021
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MUNDO AL REVÉS El mundo ha estado siempre en una constante batalla. Desde nuestros orígenes, el hombre ha luchado con la naturaleza y contra sí mismo, como especie, por el dominio y el control. Unos lo hacen buscando siempre el bien colectivo, mientras que otros se han caracterizado por estar obcecados en el control y la tiranía. El bien y el mal han desencadenado constantes y permanentes batallas. Las fuerzas del bien han estado en un permanente alerta para defenderse de las arremetidas del mal y de sus intenciones de dominar el mundo. Han sido muchas las acciones, a lo largo de la historia, que ejemplifican esas sangrientas peleas. Tanto así, como guerras podemos contar en nuestra historia. No es una película de ficción, es la pura verdad. Dentro de ese obsesionado objetivo de controlar el mundo, las fuerzas malignas han desarrollado numerosas estrategias que van orientadas a cambiarnos nuestra manera de pensar y sentir. Buscan romper nuestros esquemas del pasado, para instaurar
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  LA TRAMPA DE LA RAZON Las hormigas estaban preocupadas. Algo muy grande había invadido su territorio. Se reunieron una noche y decidieron ir a explorarlo. Se dividirían por grupos, pasarían todo el día investigando sobre el terreno y volverían a reunirse. Y así fue. Llegada ya la noche, las portavoces se levantaron. Las primeras lo tenían muy claro: Era algo con una gran explanada. Las segundas estaban en desacuerdo: Era un árbol grande, y se sentían agotadas de tanto subir y bajar por el tronco. La portavoz del tercer grupo, ya molesta, les dijo que estaban equivocadas, ya que era una liana muy gruesa que se mecía de un lado a otro; se lo habían pasado muy bien, aunque aún seguían algo mareadas. Y las del cuarto grupo se levantaron muy enfadadas: ¡Era como una gruta oscura y profunda y habían sentido mucho miedo durante todo el día! Todas las hormigas estaban convencidas de que tenían la razón. ¡Estaban absolutamente convencidas! ¡Habían pasado todo el día explorando el lugar! ¡Y
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COMPARTIR ESPERANZA Una historia nos cuenta que en la ladera de una montaña había una fuente conocida por todos como la fuente de la Esperanza. Todo aquel que estaba deprimido o desanimado por alguna dificultad, bastara con que bebiera un poco de aquella agua para llenarse de esperanza y tener fuerzas para superar su dificultad por imposible que pareciera. Pero un día la fuente se secó y ya no pudieron beber su agua. Esto fue catastrófico. El desánimo y la desesperanza se apoderó de todos. Dejaron de estar alegres y se volvieron terriblemente pesimistas. Sólo hubo un niño que no perdió la Esperanza. Todas las mañanas acudía a la fuente esperando que volviera a caer el agua. Todos los días, semana tras semana, no dejó de ir a la fuente. Una mañana de tantas, cuando todo parecía perdido, el niño vio con sorpresa que de la fuente iba a caer una gota de agua. Era la última gota de esperanza que quedaba. A toda prisa puso su mano para recogerla y se fue entusiasmado a enseñársela a tod
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SI DIOS QUIERE… Con esta máxima universal y general, muchos dejamos nuestra suerte o fortuna a una decisión superior que no depende de nosotros. Y no es que DIOS quiera o deje de querer, sino que pareciera que en su omnipotencia, todo depende absolutamente de él y solo de él y nosotros, como seres inferiores no estamos en capacidad de resolver. Nosotros como personas, desde el momento de nuestro nacimiento, vamos recibiendo y procesando una serie de informaciones que forjan nuestras creencias y valores. Muchos son los elementos que intervienen en este proceso y desde el hogar, el colegio, los vecinos y la familia, hasta ya entrados en mayoría de edad, con nuestros amigos, profesores, compañeros, parejas y esposos o esposas, vamos recibiendo una serie de informaciones, opiniones o dogmas, que nos forjan la personalidad y nos hacen acreedores de nuestro propio sistema de fe. Todas las personas que nos rodean influencian en nosotros y nos hacen cambiar o reforzar nuestras creencias y valo
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REAPRENDER PARA TRASCENDER “Dos semillas estaban juntas en el suelo primaveral y fértil. La primera semilla dijo: —¡Yo quiero crecer! Quiero hundir mis raíces en la profundidad del suelo que me sostiene y hacer que mis brotes empujen y rompan la capa de tierra que me cubre… Quiero desplegar mis tiernos brotes como estandartes que anuncien la llegada de la primavera… ¡Quiero sentir el calor del sol sobre mi rostro y la bendición del rocío de la mañana sobre mis pétalos! Y así creció. La segunda semilla dijo: —Tengo miedo. Si envío mis raíces a que se hundan en el suelo, no sé con qué puedo tropezar en la oscuridad. Si me abro paso a través del duro suelo puedo dañar mis delicados brotes… Si dejo que mis capullos se abran, quizá un caracol intente comérselos… Si abriera mis flores, tal vez algún chiquillo me arrancara del suelo. No, es mucho mejor esperar hasta un momento seguro. Y así esperó. Una gallina que, a comienzos de la primavera, escarbaba el suelo en busca de comida encontró