REAPRENDER PARA
TRASCENDER
“Dos semillas estaban
juntas en el suelo primaveral y fértil. La primera semilla dijo: —¡Yo quiero
crecer! Quiero hundir mis raíces en la profundidad del suelo que me sostiene y
hacer que mis brotes empujen y rompan la capa de tierra que me cubre… Quiero
desplegar mis tiernos brotes como estandartes que anuncien la llegada de la
primavera… ¡Quiero sentir el calor del sol sobre mi rostro y la bendición del
rocío de la mañana sobre mis pétalos! Y así creció. La segunda semilla dijo: —Tengo
miedo. Si envío mis raíces a que se hundan en el suelo, no sé con qué puedo
tropezar en la oscuridad. Si me abro paso a través del duro suelo puedo dañar
mis delicados brotes… Si dejo que mis capullos se abran, quizá un caracol
intente comérselos… Si abriera mis flores, tal vez algún chiquillo me arrancara
del suelo. No, es mucho mejor esperar hasta un momento seguro. Y así esperó. Una
gallina que, a comienzos de la primavera, escarbaba el suelo en busca de comida
encontró la semilla que esperaba y sin pérdida de tiempo se la comió”.
Venimos a la vida para
trascender. Tal vez parezca una palabra grande y que refleja enormes esfuerzos
y acciones heroicas, pero no es así. Todos en esta vida trascendemos. Algunos
de una manera más publica y otros desde un entorno más privado o familiar, pero
todos marcamos huellas que se perpetúan en el recuerdo de nuestros allegados y
relacionados. Pasamos por la vida dejando una serie de experiencias a otros, a
veces conscientes, otras sin darnos cuenta, pero, en fin, dejando una estela de
nosotros mismos en nuestro andar por esta vida. Algunos lo hacen efectivamente
y otros no tanto y de ese accionar, trascendemos positiva o negativamente.
Debemos ser conscientes
que vinimos a este mundo a dar y recibir. No podemos vivir la vida bajo la filosofía
de “como vaya viniendo vamos viendo”, porque esto sería como hacerse a la mar y
dejar que el viento sea dueño de nuestro destino. Al ser conscientes del
impacto que podemos ocasionar en otros, tenemos la obligación filosófica y
humana de hacernos responsables de comportamientos y conductas. El mundo
demanda coherencia en los comportamientos. Necesitamos rescatar principios y
valores fundamentales para la convivencia. Debemos entregar a las futuras
generaciones ejemplos de conductas de armonía y solidaridad. Pero esto no se
hace solo desde el discurso. Todos debemos actuar en consecuencia y creer para
modelar. Sentir para actuar en función a esos sentimientos.
Este año 2021 nos reta
a ser diferentes. A reaprender de nuestros comportamientos. Evaluar nuestras
formas para crear nuevas maneras de hacer y actuar. Algo debemos haber
aprendido de lo vivido y sufrido el año pasado. Que ese sentimiento sea la
mecha que encienda nuevas formas de comportamiento y conductas. Desde una
mirada colectiva e inclusiva. Pensando en un nosotros todo el tiempo y buscando
la mejor forma de aportar desde cualquier trinchera. Reaprender es romper
paradigmas y voluntariamente buscar nuevos patrones de comportamiento. Tenemos
la obligación de desaprender para aprender. Borrar actuaciones y experiencias
del pasado para transformarlas en nuevos espacios de creación y pensamiento
colectivo.
Sin mirar a los lados,
cada uno tiene la obligación de aportar algo diferente. Desde su
individualidad. Trabajemos en un trascender en positivo impactando a la mayor
cantidad de gente.
Demos lo mejor.
“Los analfabetos del siglo
XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan
aprender, desaprender y reaprender” Alvin Toffer.
Saludos
Arnaldo
García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com
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