LO IMPORTANTE DE SERVIR
“EL QUE QUIERA SER EL PRIMERO, DEBE SER SERVIDOR. SI QUIERES MANDAR TIENES QUE      SERVIR”.
                 JESUCRISTO

Cuando hablamos de Servicio, muchas veces nos encontramos con imágenes y recuerdos negativos. En la mayoría de los casos, nosotros como receptores de servicio, somos víctimas de desplantes, desmanes y desconsideraciones de gente, que, por sus empleos, está posicionada para brindarnos servicio y es lo menos que hace. En muchas oportunidades este comportamiento obedece a la poca motivación que esos trabajadores tienen por lo que hacen, y en mucha de las otras, es producto del poco entrenamiento que nosotros como organizaciones les brindamos.
 Dentro de ese proceso de formación y concientización es importante que nosotros como empresarios y gerentes, consideremos la importancia que tiene que nuestros empleados “reconozcan” el porqué prestamos el mencionado servicio, a “quien” servimos, “porqué” lo hacemos y “qué” beneficio nos traerá a cada uno de los miembros de la organización. Así mismo, es vital enseñarles que desde las entrañas de nuestra organización empezamos a practicar el servicio, al hacerlo de manera interna con nuestros compañeros.
Esta argumentación aplica no solo a las grandes organizaciones, nosotros como pequeños empresarios y comerciantes tenemos al igual la obligación de tomar conciencia del impacto en el servicio y como una buena impresión perdura en el tiempo, pero que, al igual, una experiencia negativa se convierte en un multiplicador de malas referencias sobre nuestro negocio.
Adicional a esto, queda la satisfacción por el servicio bien prestado. Esa sensación de colaboración y apoyo que infla nuestro espíritu y nos hace reconfortarnos con lo que hacemos. Posiblemente, de esa labor buen hecha se desprendan otras recompensas, algunas tangibles y otras mas espirituales, pero recompensas al fin. A continuación quiero dejarles con un relato real de cómo el buen servicio puede transformar nuestras vidas.
Una noche tormentosa hace los muchos años, un hombre mayor y su esposa, entraron a la recepción de un pequeño hotel en Filadelfia. Intentando conseguir resguardo de la copiosa lluvia la pareja se aproxima al mostrador y pregunta:
"¿Puede darnos una habitación?". El empleado, un hombre atento con una cálida sonrisa les dijo: "Hay tres convenciones simultáneas en Filadelfia...
Todas las habitaciones de nuestro hotel y de los otros están tomadas.
El matrimonio se angustió pues era difícil que a esa hora y con ese
Tiempo horroroso fuesen a conseguir dónde pasar la noche. Pero el empleado les dijo:
"Miren..., no puedo enviarlos afuera con esta lluvia. Si ustedes aceptan la incomodidad, puedo ofrecerles mi propia habitación. Yo me arreglaré en un sillón de la oficina.
El matrimonio lo rechazó, pero el empleado insistió de buena gana y
Finalmente terminaron ocupando su habitación.
A la mañana siguiente, al pagar la factura el hombre pidió hablar con él y le dijo: "Usted es el tipo de Gerente que yo tendría en mi propio hotel.
Quizás algún día construya un hotel para devolverle el favor que nos ha hecho".
El conserje tomó la frase como un cumplido y se despidieron amistosamente.
Pasaron dos años y el empleado recibe una carta de aquel hombre, donde
Le recordaba la anécdota y le enviaba un pasaje ida y vuelta a New York con la petición expresa que los visitase. Con cierta curiosidad el empleado no desaprovechó esta oportunidad de visitar gratis New York y concurrió a la cita.

En esta ocasión el hombre mayor le llevó a la esquina de la Quinta
Avenida y la calle 34 y señaló con el dedo un imponente edificio de piedra rojiza y le dijo:
"Este es el Hotel que he construido para usted". El empleado miró
Anonadado y dijo: "¿Es una broma, verdad?". "Puedo asegurarle que no", le contestó con una sonrisa cómplice el hombre mayor. Y así fue como William Waldorf Astor construyó el Waldorf Astoria original y contrató a su primer gerente de nombre George C.
Obviamente George C. no imaginó que su vida estaba cambiando para
Siempre cuando hizo aquel favor para atender al viejo Waldorf Astor en aquella noche tormentosa. No tenemos muchos "Waldorf Astor" en el mundo, pero un jefe satisfecho o un cliente sorprendido pueden equivaler a nuestro Waldorf-Astoria personal.
Recuerden entonces, que en nuestra travesía por la vida, todos estamos para servir, lo importante es tomar conciencia de ello y hacerlo con pasión.
Hasta la próxima.

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