LOS OTROS Y YO
LOS OTROS Y YO
En tiempos recientes se ha acrecentado una
tendencia, en mi opinión negativa, en la manera de hacer sociedad. Ungidos por
un separatismo que nos ha hecho ser parte, consciente o no, de una preferencia,
hemos tomado partido de una posición. Bástese estar en una cola en el
supermercado, o en cualquier otro sitio, para mirar a nuestro alrededor y
escanear a las personas, para evaluar si están o no en nuestro bando. Esta
evaluación nos permite reconocer si podemos explayarnos en comentarios que
serán apoyados por los compañeros de fila o debemos evitar posibles
confrontaciones.
Allí nos hemos
detenido por más de una década, buscando las argumentaciones para entender las
causas y consecuencias de lo que nos acontece y buscando culpables siempre desde
la acera de enfrente. Los insultos de moda son “escuálido” o “chavista”, como
si con esto proferimos el peor de los agravios. Así, ha transcurrido esta época
de nuestra vida social y ciudadana, entre aquellos y nosotros.
Esta postura
“divisionista” ha ido evolucionando o involucionando, dependiendo de la
perspectiva, en otra tendencia que considero más negativa e improductiva.
Posiblemente cansados de estas posturas, hemos ido transmutando a una posición
ya marcada como “individualista”, donde me importa muy pocos los otros y lo que
les acontezca. Según la sabiduría Google, el individualismo es la “Tendencia de
una persona a obrar según su propia voluntad, sin contar con la opinión de los
demás individuos que pertenecen al mismo grupo y sin atender a las normas de
comportamiento que regulan sus relaciones”.
Este individualismo
lo vemos marcado en nuestro día a día, y no solo impacta en mi comportamiento
personal, sino que se ha transformado en una manera de ser indolente en muchos
de los casos. Ejemplos hay muchos: a través de nuestras relaciones en familia,
donde cada uno de los miembros se mantiene ocupado y donde las interacciones
sociales son cada vez menores. La tecnología ha ayudado a esta tarea y vemos a
padres e hijos, dentro del mismo hogar separados por la televisión, el internet
y los juegos, cada uno inmerso en su realidad y muy poco atento a la de los otros.
En las empresas, se
está haciendo cada día más frecuente, encontrar problemas para manejar el
desarrollo de los equipos y para que la gente entienda la importancia de un
enfoque sistémico que nos permite el progreso colectivo. La creación de
parcelas entre departamentos y la poca comunicación de los mismos llevan a un
retardo en la consecución de los objetivos y por ende, en una frustración
colectiva que acrecienta las barreras. La poca humanidad de los unos con los
otros no hace entender que existen problemas graves para algunos de nuestros
compañeros. La falta de recursos, el no llevar la comida al trabajo, la falta
de dinero para responder a sus obligaciones familiares, invaden la rutina de
las empresas y muchas veces, volteamos hacia otro lado para no ver.
En la sociedad,
mientras nos envuelve una desmejorada lucha social y política, la gente está
cada vez más inmersa en su propia realidad sin ver al vecino. Ya no nos
importan los bandos, estamos todos contra todos en una lucha por la
supervivencia. Los valores se han ido de paseo y vemos como el irrespeto y la
falta de solidaridad abunda por doquier. No importan las personas mayores o los
niños, el rico o el pobre, el que hace su cola o el que bachaquea. Cada uno
busca resolver y en ese proceso no nos importan los demás.
Parece una batalla
perdida. No se ven salidas con facilidad, pero sin embargo, debemos armarnos de
nuestras fortalezas, rescatar y repotenciar nuestros valores para enfrentar
esta pesadilla y soñar con algo distinto.
En cualquier plano
el liderazgo es vital y envolvente. Requerimos convertirnos en seres
multiplicadores de esperanza, modelando conductas de alegría, optimismo y buena
vibra. En la familia debemos retomar la comunicación como el arma fundamental.
Propiciar encuentros con nuestros seres queridos y compartir, así sea una
comida diaria para intercambiar opiniones. Tener sueños en conjunto y
planificar el futuro con esperanza.
En las empresas
debemos rescatar el trabajo en equipo y la solidaridad entre nosotros. Los líderes
deben asumir, con humildad y sencillez los difíciles retos de estos momentos y
actuar en consecuencia. Una empresa armónica, donde se respiren aires de
hermandad entre todos, saldrá adelante ante cualquier escollo.
En la sociedad
nuestros líderes deben cambiar, radicalmente y darse cuenta de que los esquemas
y modelos anteriores ya no impactan ni convencen. No queremos ver a candidatos
a cualquier cargo besando viejitas o hablando de cambio. Necesitamos gente
humana, cercana y solidaria. Líderes de carne y hueso que me reclute y comprometa
a través de su modelaje sincero.
Tenemos material
para rescatarnos y salir adelante. Nuestras reservas morales son muchas. Lo que
necesitamos son Líderes que nos conecten con ellas, desde la honestidad y
sinceridad. El modelaje y la congruencia nos llevaran a ser una mejor sociedad
y por ende un mejor país. Todos debemos aprender. El individualismo no nos
lleva a ningún lugar favorable. El trabajo en equipo, el reconocernos como la
gran suma, el trabajar con sinergia nos elevaran a niveles nuevos y estaremos
listos para avanzar en desarrollo.
Pongamos optimismo y
alegría y veamos a los lados para trabajar en equipo.
Arnaldo Garcia Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com
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