INQUEBRANTABLES
INQUEBRANTABLES
Parece
una pesadilla sacada de la pluma de Alfred Hitchcock. Lo que vivimos en estos
últimos tiempos en Venezuela no tiene parangón en la historia de ningún país,
salvo aquellos aquejados de las bárbaras guerras. Cada día que pasa, se
convierte en un gran acertijo para los sobrevivientes de esta aventura, que
cual Jumanji, no nos permite ver lo que nos depara el futuro.
Evidentemente,
estas situaciones insospechadas, inexplicables e incomprensibles han producido
en nosotros una fragilidad que se acentúa día a día. La motivación, la energía
para afrontar estas realidades se diluye paso a paso y nos encontramos muchas
veces sin el oxígeno imprescindible para responder a estos desafíos. La desesperanza
gana terreno y parece que no hay respuesta posible, y con cada nuevo apagón,
con cada falta de agua o gas, gana terreno el ambiente desesperanzador y
también, ganan terreno quienes nos llevaron a estos escenarios.
Pensando en cómo
desafiar lo indesafiable, me vino a la memoria una película que se estrenó hace
unos cinco años y que lleva por título “Inquebrantable”.
Este film narra la historia de Louis Zamperini una estrella de la pista
olímpica y un héroe de la Segunda Guerra
Mundial, que, durante una misión militar, tuvo un
accidente de aeroplano en el Océano Pacífico, del cual sobrevivió junto a dos
compañeros. Pasaron 47 días a la deriva en una balsa, hasta que fueron
encontrados por un buque de guerra japonés, quienes los tomaron como
prisioneros y los llevaron a una isla donde fueron torturados y los mantuvieron
como cautivos de guerra durante dos años hasta que la guerra acabó.
Las penurias vividas
por este hombre solo podían tener una respuesta favorable a través de un gran
instinto de supervivencia, una gran fortaleza espiritual, una mayor resistencia
física y mental y una actitud de esperanza, optimismo y redención. Al ver cada
una de las dificultades que se le presentaban, este héroe escogió la lucha y la
confrontación, pero primero consigo mismo. Este hombre que como muchos otros
pudo haberse derrumbado, abandonando no
solo la lucha sino su vida, se llenó de una energía enriquecedora que le
generaba una fuerza de espíritu prodigiosa. Sabiéndose en desventaja, en el
ambiente que se encontraba, y que no podía tomar recursos externos para
alimentar sus fuerzas, se entregó a un trabajo interno que le permitió adquirir
el oxigeno necesario para soportar y al final de todo salir airoso de su desafío.
No podemos enfrentar
esta batalla sin comenzar por revisar nuestras propias herramientas. Es fácil caer
en la desesperanza y lo peor, provocar la reacción casi natural de culpar a los
otros por lo que nos pasa. Estamos permanentemente viendo “hacia afuera”,
cuando la clave de todo la tenemos dentro. Somos nosotros los llamados a
trabajar en nuestro propio control y dominio.
Debemos alimentar nuestro
espíritu con elementos positivos y pensamientos que nos acerquen al cambio que
tanto anhelamos. No es una tarea fácil, pero podemos escoger entre la tristeza
y desesperación o la alegría y la disposición al cambio que vendrá. Es rallado
ya el dicho que nos comenta que, antes del amanecer se pone más oscuro, para
luego darle paso al brillo del sol.
Pongamos e
irradiemos energía positiva. Trabajemos desde el optimismo y veremos resultados
fantásticos. Somos inquebrantables y tenemos herramientas para compartirlo.
No nos dejemos vencer.
Saludos
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com
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