LA GUERRA PERMANENTE
“Un buen día una mujer se encontró con
el bien, su motivo de la visita era para plantearle una idea para mejorar la
vida en la tierra. El bien la llevó a un lugar para hablar y le preguntó cuál
era su idea. -Mi idea es que se siembre mayor cantidad de semillas de amistad y
amor entre los humanos –dijo la mujer-para que haya menos odio y diferencias
entre ellos. Dios decidió cumplir la idea que esta mujer le propuso y sembró
muchas semillas más de amistad entre los hombres. Al poco tiempo las naciones
dejaron de estar en guerra y la vida en el planeta mejoró. Luego de un tiempo
el mal enojado al ver esto decidió sembrar más de sus propias semillas:
discriminación y odio. Al tiempo otra vez volvió a ser casi todo igual. Al ver
esto la mujer decidió volver a visitar a él bien, pero él no le quiso recibir
porque lo que había hecho había sido en vano. Luego de insistir la mujer logró
hablar con Dios y le dijo: -Haz que los hombres puedan decidir libremente entre
una cosa o la otra y así cada uno podrá elegir qué hacer. -Pero mujer –contestó
Dios- el hombre desde siempre pudo decidir por sí mismo. -Entonces –respondió
la mujer- dales la sabiduría para que puedan elegir lo mejor.
Pero a la vez que el bien les daba sabiduría el
mal ponía la ignorancia. Al ver que había fracasado, la mujer se desanimó. Al
ver esto el bien visitó a la mujer y le dijo: -El mal puso delante de ti el
desánimo y optaste elegirlo, bien pudiste elegir rechazarlo. Ahí la mujer
entendió. -Deseo que siempre haya personas que, al elegir el bien, ayuden a
otras personas a elegirlo también. -Pues siempre esas personas estarán –le
contestó el bien- como estarán las contrarias. Lo importante es lo que cada uno
elija. Y lo más importante es lo que vos elijas hacer. Desde ese momento, la mujer
se propuso a ayudar y aconsejar a otras personas para que hagan el bien”. (El
Deseo de la Mujer, Adhara Web)
Nuestro mejor amigo y nuestro peor enemigo está
dentro de nosotros mismos. Cual caricatura infantil donde aparecen en la mente
del protagonista el ángel y el demonio, compitiendo por dominar la razón, así
vivimos cada uno de nuestros días en un permanente cuestionamiento de nuestro
accionar y las decisiones que tomamos.
Desde el comienzo de
los tiempos el ser humano ha luchado una batalla diaria entre el bien y el mal.
Comenzando desde temprano con la historia de Caín y Abel, hemos pasado a lo
largo de los años, décadas y siglos en un contínuo combate contra nosotros mismos.
Dentro de la naturaleza humana conviven dos seres que intentan dominar nuestras
acciones, cada uno alimentado de nuestras experiencias positivas y negativas. Allí
comienza nuestro dilema de vida, en la escogencia de cómo comportarnos ante las
circunstancias y que impacto dejo en los otros con ellas.
La bondad y la maldad
está en cada uno de nosotros. Veo con desilusión cómo muchos seres humanos
eligen la maldad como estilo de vida y son, sin importar sus argumentaciones,
seres viles y crueles ante los demás. Puedo entender que al perseguir una ideología
el ser humano esté inmerso en un compromiso de cumplimiento de creencias y
formas de vida, sin embargo, cuando estas doctrinas nos llevan a cometer actos
atroces y en contra de la esencia del ser humano, tengo el libre albedrio de
escoger mi accionar. Por eso allí, no convengo en que se persiguen o defienden ideas,
en ese momento de rotunda crueldad lo que se refleja es ese monstruo interno
que cada uno de nosotros posee y que se despliega con su gran ferocidad. Lo ves
en los torturadores en regímenes dictatoriales, que se apalancan en una ideología
para maltratar, torturar y asesinar a inocentes. Lo ves en el día a día en
delincuentes que escogen la violencia desmedida en actos que pudieran pasar
desapercibidos y quedar solo en transgresión. Lo ves en aquellos soldados monstruosos
que asesinan sin mas a inocentes en guerras inventadas tras la ambición por el
dominio y el poder. Sin remordimientos, con una pasión diabólica, actúan desde su
más perverso ser.
La gran batalla es dentro
de nosotros mismos día a día. Es una lucha interior por escoger nuestra mejor
versión y trabajar con ella en el bien común y en el propio. Es el decidir
hacer lo correcto sin importar las consecuencias personales y pensando en un
bienestar colectivo y de futuro. Es allí donde está nuestro reto. Estamos en
guerra permanente contra la maldad en cualquiera de sus expresiones. Es una
batalla diaria que debemos librar dentro de nosotros para ser modelos de
cambios y conductas positivas.
Mantengo mi creencia en
la nobleza del ser humano y que depende de él, solo de él, la forma de su
comportamiento. Esa verdad tarde o temprano se impondrá ante el enemigo interno
que poseemos.
Debemos decir claro y
alto, no a la guerra, no a la maldad.
Si a la Vida y a la Paz.
Saludos
Arnaldo
García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarcíap.blogspot.com
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