APOLOGIA A LOS ANTIVALORES O DESPERTAR DE LA SENSATEZ


Definitivamente vivimos momentos de enorme incertidumbre. El futuro de la civilización y del propio planeta tierra parece amenazado seriamente por el mas peligroso de sus archienemigos: nosotros mismos. La vida en las sociedades se ha dividido en grandes bandos que proclaman sus verdades y defienden sus posiciones como únicas e indiscutibles sin ninguna aparente oportunidad de encuentro. Los mensajes que se envían y los aprendizajes que les damos a nuestras generaciones futuras son alarmantes, y en su mayoría, defienden posiciones que hasta ayer estaban en desventaja y hoy son bandera de muchos. Estamos en una época de apología a los antivalores.

Podemos entender los antivalores como aquellas conductas o actitudes que van en contra de los valores que promueven el bienestar y desarrollo de la sociedad. Algunos ejemplos de antivalores podrían ser la mentira, la deshonestidad, la corrupción, el egoísmo, la violencia, entre otros. Existe una lista muy larga que se presenta, de manera variada en naciones, ciudades e instituciones para minar nuestras fuerzas y atacarnos con mucha violencia. Lo vemos en diferentes escenarios, desde lo social, lo político, lo económico, lo ambiental y hasta lo cultural, o en la sumatoria de muchas de estas formas, en sociedades ya enfermas por este mal.

Observamos muchos países donde los antivalores han resquebrajado la confianza y la credibilidad de personas e instituciones. La corrupción, la mentira y la desfachatez se hacen presentes en muchos escenarios políticos y sociales. Los ciudadanos se sienten desprotegidos y a la deriva, sin vislumbrar un futuro diferente. La marcada “brecha de clases” se hace cada vez mayor y el abismo se hace infranqueable. El egoísmo y la ambición de unos pocos impactan en el bienestar de muchos y los alejan de la felicidad posible.

La defensa del individualismo sobre el colectivismo nos lleva a la desconfianza, la improvisación y el egoísmo. Nos convertimos en seres superficiales y sin valor residual para el resto. No importa lo que pase con el prójimo. Mientras yo esté bien, sin importar a costa de qué, y pueda publicarlo en mis redes para marcar esa diferencia, abandono cualquier conducta hacia la solidaridad, la cooperación y la colaboración. No importa el desarrollo social, solo vemos nuestro único camino. De la mano de estos antivalores, la violencia y la inseguridad adoptan formas inimaginables y el poco valor por la vida de los otros, el odio, la intolerancia, la crítica, la descalificación personal y el bulling se convierten en nuestras “tendencias” de moda. La falta de empatía y apoyo entre las personas son una constante. Pareciera una guerra ya perdida…

Pero siempre existe la esperanza y la confianza en que los buenos somos más. Puede que hayamos estado adormecidos y obnubilados por estos escenarios, pero jamás apáticos y sin ilusión. Es hora de tomar partido y definir el bando que deseamos defender y comenzar a trabajar de alguna manera. Debemos encabezar intenciones los que estamos desde el lado del rescate de nuestros valores: El respeto, la honestidad, la integridad, la colaboración y la solidaridad deben convertirse en bandera de todos los que estamos de este lado. No es un tema de “otros”, es cuestión de “nosotros” comenzar a actuar con un modelaje adecuado, educando en valores con el ejemplo, levantando nuestra voz ante las injusticias, luchando contra la corrupción, trabajando en la promoción de la transparencia y la rendición de cuentas, el fomento de la responsabilidad individual y el compromiso cívico, entre otras grandes tareas.

La respuesta está en nuestras acciones por insignificantes que parezcan.

“Todos pueden superar sus circunstancias y alcanzar el éxito si están dedicados y apasionados por lo que hacen. Si le pones empeño y dedicación, pocas cosas son imposibles” Nelson Mandela.

Saludos

Arnaldo García Pérez

@arnaldogarciap

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