"Opinadores de oficio: mucho ruido, poca acción"


 

"Opinadores de oficio: mucho ruido, poca acción"

En una era donde la información circula a una velocidad vertiginosa y los problemas son cada vez más complejos, muchos encuentran en las redes sociales su mecanismo de opinión y participación. Los vemos en intervenciones interminables en grupos de WhatsApp, X o Instagram, dominar tertulias, imponiendo ideas o simplemente cuestionando o descalificando el aporte de los otros. Intentando apalancar “sus opiniones” sobre el resto. Es impresionante ver, que acceda a la hora que sea, a los grupos o redes sociales, estos se mantienen activos y dominando la escena en cuestión. Los llaman “los opinadores de oficio” y representan solo un porcentaje muy bajo de aquellos que participan en actividades de intercambio y creación.

En el vasto y complejo tejido de la sociedad moderna, el término "opinador de oficio" cobra especial relevancia. Pero, ¿qué se entiende realmente por este concepto? Un opinador de oficio es aquel individuo que, ya sea por su formación académica, experiencia profesional o compromiso social, se dedica a expresar sus opiniones sobre diversos temas de interés público. Este rol puede abarcar desde académicos hasta profesionales en medios de comunicación, así como activistas y expertos en áreas específicas. Sin embargo, a pesar de que su voz puede ser poderosa e influyente, a menudo se observa que estos individuos no actúan de manera contundente frente a las problemáticas que abordan. Se quedan solo en la opinión.

Dentro de las características de estos opinadores de oficio encontramos (y puede usted revisar las suyas): Intervención constante en debates en línea, comentarios a menudo negativos o críticos, falta de propuestas constructivas, ausencia de acciones concretas fuera del mundo virtual, descalificaciones a las opiniones de otros, y algunas veces, manejo de información sin contrastar o “fake news”.

Entonces, la gran pregunta que nos hacemos es: ¿porque con todo ese conocimiento y experiencia, solo se quedan en emitir opiniones y no pasan a la acción? La inacción de los opinadores de oficio puede atribuirse a varios factores. Primero, el miedo a la repercusión personal o profesional es un disuasivo significativo. En un mundo donde las redes sociales amplifican cada palabra y acción, muchos optan por mantenerse en un papel de observador. Un estudio de la Universidad de Harvard indica que un 70% de los académicos ha evitado pronunciarse sobre ciertos temas por temor a reacciones adversas. Esta situación crea un doble filo: si bien se quiere fomentar un debate enriquecedor, el silencio puede prevalecer por encima de la valentía.

La apatía también juega un papel fundamental. En tiempos donde el desencanto y la fatiga pueden dominar el discurso público, muchos opinadores se preguntan si sus voces realmente tienen el poder de generar un cambio. La socióloga Rebecca Solnit, en su libro "Esperar el fin del mundo", sugiere que este fenómeno está relacionado con la incapacidad de imaginar un futuro diferente. Si los opinadores de oficio no creen en la posibilidad de un cambio significativo, es probable que se queden en la mera expresión de ideas sin asumir una postura activa.

Es importante que estos opinadores reconozcan que sus opiniones pueden ayudar a clarificar, concienciar y, en última instancia, transformar la realidad. Sin embargo, es fundamental que encuentren el valor y los incentivos para actuar. Es hora de que los opinadores de oficio reconozcan su poder y utilidad, no solo como comentaristas, sino como agentes de cambio en un mundo que necesita urgentemente sus voces, pero, sobre todo, su acción.

Existen muchas formas de aportar, y no todas requieren una gran plataforma ni exposición mediática. Desde organizar encuentros comunitarios hasta impulsar iniciativas locales, apoyar causas concretas o simplemente pasar de la crítica a la propuesta, toda acción suma. La verdadera transformación no ocurre en el feed ni en el hilo más viral, sino en el terreno, en la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

A los opinadores de oficio, este es un llamado directo: bajen del pedestal de la crítica constante y la opinión permanente y den un paso al frente. Si sus ideas tienen valor —y muchas lo tienen—, el mundo necesita más que palabras. Necesita su ejemplo, su coraje y su compromiso. Porque opinar es fácil. Lo difícil —y lo verdaderamente necesario— es actuar.

Saludos

Arnaldo García Pérez

@arnaldogarciap

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