LA DIÁSPORA DEL ORGULLO.


LA DIÁSPORA DEL ORGULLO.

Los ves recorriendo las calles afanosamente a pie, en bicicleta y los más afortunados en moto, con la encomienda a mano para llegar a tiempo. Están en las tiendas, restaurantes, cocinas, almacenes y también en trabajos más rudos y pesados. Algunos, los más favorecidos, tienen empleos de oficina o ejerciendo sus profesiones. También los hay emprendedores, con pequeños locales, muchos de ventas de productos de su tierra y otros con pequeños comercios o restaurantes. Todos labrándose un porvenir. Esa es la Venezuela de la diáspora,...esa es Venezuela por el mundo.

A pesar de lo doloroso que pueda parecer y lo triste de muchos de los escenarios que uno encuentra por el camino o de las historias que se relatan, hay en cada uno de ellos un lugar común, unas características que no sé, si vinieron el en paquete original del ADN o están enclavadas en el modo de nosotros afrontar los retos. La alegría, la confianza, el saberse capacitado para las tareas, los hacen diferentes a muchos otros. Estos jóvenes, porque la mayoría lo son, y también los más adultos que los hay, reflejan en sus quehaceres una pasión por lo bien hecho, una mística y entrega que es reconocida por propios y extraños que los ven abordar las faenas como si toda la vida hubiesen sido camareros, cocineros, mensajeros o mozos de almacén.

Pero si hay algún aspecto que quiero resaltar de esta experiencia que cada uno de ellos vive en el exterior, está la MADUREZ con que la afrontan. Muchos de ellos, independiente del nivel socioeconómico de donde vengan, han sido criados en lo que yo llamo la cultura de “los muchachos de apartamento” con una atención particular y unos padres preocupados porque labren su futuro basados en los estudios. Muchos de estos jóvenes no tenían en sus casas, de su terruño, la obligación de mantener un hogar. Muchos eran estudiantes que se dedicaban a su negocio, que eran los estudios y posiblemente con unas madres amorosas que lavaban, planchaban y mantenían la mesa con comida en cada uno de los tres golpes del día. Solo era llegar y disfrutar del calor del hogar a través de la atención.

Y de la noche a la mañana la vida cambió. Ahora son responsables de su futuro por completo. Deben hacerse cargo de todo, sin olvidar ningún detalle ni obligación. Y lo hacen con gallardía, con una madurez y responsabilidad que enorgullece, porque, cuando los ves en esas labores, no te queda otra cosa que sentirte como si cada uno de ellos fuese tú hijo y colmar el pecho de orgullo por la madurez con que responden, con la que asumen sus responsabilidades y con la que ven un futuro que saben, por su certeza y confianza que será promisorio.

No sé si todos ellos volverán. No cuestiono y más bien comprendo y apoyo a aquellos que piensen en afianzar su arraigo fuera del país. Ahora estoy seguro que lo harán de la mejor manera. Los que vuelvan, que también serán muchos, nos traerán un enorme aporte a la reconstrucción, porque lo aprendido a fuerza de ese gran esfuerzo, los hará valiosos a la hora de compartirlo con sus compatriotas. Estoy seguro que traerán un enorme aprendizaje y que todos seremos beneficiarios de él.

A mi hijo, mis sobrinos, mis amigos, y todos los que están por otras tierras dejando una enorme legado de la grandeza del venezolano, los bendigo y felicito por la forma como lo están haciendo. Sigan así, el futuro es de mujeres y hombres de bien como ustedes. Todos somos ciudadanos del mundo y debemos aportar para el bien. Mis respetos.

Saludos
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com



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