SIMPATÍA POR EL DIABLO
SIMPATÍA POR EL DIABLO
El
pasado viernes asistí a un interesante foro titulado “La Teoría de los sentimientos morales según Adam Smith”, dictada
por los doctores Sol Santaniello, abogada y especialista en participación
Ciudadana y Luis José Uzcátegui, psiquiatra y antropólogo, experto en modelos
emocionales.
Es
realmente asombroso comprobar cómo, un pensamiento desarrollado en 1759, doscientos
sesenta años atrás, mantiene una enorme vigencia en nuestros días y
particularmente en nuestra realidad ciudadana venezolana. El principio
filosófico que forma la base del planteamiento de Smith en esta importante
teoría se refiere al impacto de nuestras emociones en las relaciones humanas y
como estas, establecen una correlación determinante con nuestras conductas
presentes y futuras.
Según
esta teoría, la razón no viene determinada por nuestra moral ni viceversa. Es
el sentimiento inmediato, lo que podríamos llamar nuestras primeras impresiones
y sensaciones, las que determinan nuestra respuesta moral y por ende nuestros
comportamientos. Es la afinidad con lo percibido, la complementariedad con
nuestros deseos, la sintonía con nuestras emociones la que rigen nuestras
conductas. Esto lo llaman la Simpatía o el nivel de agrado que las personas o
situaciones nos causen, y son estas las generadoras de nuestras conductas consecuentes.
Somos capaces de juzgar a otros, acerca de la validez o propiedad de sus
sentimientos, dependiendo de la armonía o disonancia que tengan con los
nuestros.
En
el caso de nuestra realidad, esta teoría podría explicar muchas de las
conductas que hemos dramatizado. Desde el momento que comenzamos, hace ya más
de veinte años, a caminar un sendero diferente, comprobábamos que los líderes
de este proceso lo hacían basando sus estrategias comunicacionales en
capitalizar el sentimiento ajeno y mayoritario. El éxito de este movimiento
estuvo en la identificación de emociones negativas, producto de muchas
carencias del momento y que fueron atesoradas por ellos, a través de la
identificación en sus mensajes y políticas. La tarea era “caer simpáticos”
expresando lo que muchos sentían y querían expresar. Amargura, revancha, odio,
venganza, frustración, fueron las emociones negativas recogidas y acopiadas y
luego convertidas en acciones, para ser vitoreados en cada ejecutar durante más
de veinte años.
Esto
nos enseña que, identificando las emociones y sentimientos de la gente, podemos
capitalizar sus conductas y establecer estrategias que nos ayuden a
potenciarlas. Si un grupo malévolo supo resumir esos sentimientos, para sacar
provecho a sus intereses mezquinos, en este lado de la parcela tenemos
suficientes herramientas para hacerlo desde un punto de vista positivo.
Hoy
en día somos una mayoría que coincide en sentimientos y emociones. Tenemos un
pueblo mayoritario deseoso de un cambio de órdenes y que busca un horizonte
diferente. No existe un solo venezolano que no anhele el bien para nuestra
nación y no espere el bienestar para todos. No hay quien no desee un ambiente
diferente, donde la política no influya en lo económico, donde la salud y
educación sean una prioridad y donde la seguridad sea una ley.
Tenemos
la enorme responsabilidad de aglutinarlos y potenciarlos. Se acabó el tiempo de
simpatía con el diablo. La paz y la concordia son el deseo mayor de todos.
Aprovechemos esta enorme oportunidad y no dejemos pasar la ocasión de mejorar nuestro
destino.
Esperamos
mucho de nuestros líderes. Allí tienen un camino.
No
dejemos que el tren se nos vaya.
Saludos
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
Arnaldogarciap.blogspot.com
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