VIVEZA CRIOLLA…nuestra pesadilla…y freno al desarrollo.

Vivimos tiempos difíciles. La desesperanza y la apatía se han adueñado de la gran mayoría de nosotros y vemos con poco optimismo el futuro. Basta con salir a la calle y respirar el desánimo de la gente ante las dificultades en obtener lo esencial para subsistir, para contagiarte inmediatamente. La economía familiar se convierte en un juego diario de malabarismo para cubrir todos los rubros, sacrificando y postergando muchas veces los necesarios.

Mucho se habla de que entre todos debemos enfrentar esta crisis con optimismo y esperanza. Que estos tiempos son circunstanciales y que se verá luz al final del túnel en algún momento. La gran mayoría de las personas conserva, en algún rincón de su ser, la esperanza e ilusión de que será pronto que rescataremos nuestros espacios y comenzaremos la construcción una forma de vivir diferente.

También hemos hablado, que, para alcanzar el ansiado cambio, todos debemos tomar conciencia de nuestros errores y enrumbar a esta sociedad a acciones más profundas y trascendentales. No lograremos nada si actuamos de la misma manera, no se cambia una sociedad solo desde la cúspide de sus líderes o desde los deseos en discursos empalagosos. Es un trabajo en conjunto y todos tenemos un rol que jugar.

No se trata de meternos todos a políticos practicantes. Cada quien tiene sus capacidades y roles que jugar en una sociedad dinámica como la nuestra. Se trata si de aportar cada quien, desde su trinchera, la mejor de las contribuciones. Se trata de cambiar como personas, desde lo íntimo, para proyectar una energía diferente.

No podemos seguir actuando como lo hacemos. Es doloroso ver como ante la crisis, muchos compatriotas buscan el beneficio propio a expensas del vecino. Como la “viveza criolla” impera sobre la solidaridad y la hermandad. Queremos ganarlo todo sin importar lo que le pasa al otro. Y eso lo vemos en cualquier espacio, con los vendedores informales poniendo sobreprecio a las cosas o trasgrediendo las reglas, en los bancos, cuando los cajeros atienden mal y cobran comisiones para servir a la gente, en las oficinas públicas y privadas, donde tenemos que “ayudar”, para que nos ayuden, en los comercios grandes y pequeños, que juegan con los precios, aumentando el valor de los insumos solo a su interés y conveniencia y amparados en una inflación sin control, muchas veces provocada por nosotros mismos. Y estos escenarios nada tienen que ver con estratos sociales. Conseguimos “vivos criollos” en cualquier nivel y condición social. Pareciera que la consigna es “sálvese el que pueda” y cada uno busca su mejor salvavidas sin importar la sobrevivencia del otro.

Si de verdad queremos tener una nación diferente, nosotros debemos serlo. Somos nosotros con nuestro gentilicio el responsable del desarrollo. Ya está más que comprobado que contamos con las riquezas naturales para ser el mejor país del mundo. Solo falta tener a la mejor gente del mundo. Rescatemos nuestros valores esenciales: La justicia, la equidad, la solidaridad, el compromiso, la hermandad, la ética y la moral. Entendamos de una vez que dando recibiremos y que, al comenzar a cambiar, cambiaremos al otro. No imitemos acciones negativas, demos el paso hacia lo positivo. Que nuestras conductas sean lo justo. Abandonemos el rancho en la cabeza y construyamos un lugar digno para todos.

Trabajemos para sumar y multiplicar, nunca para restar y dividir.

Saludos
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
Arnaldogarciap.blogspot.com



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