POR SUS FRUTOS LOS CONOCEREIS
El folclore alemán cuenta la historia de
un hombre que, al despertar, se dio cuenta de que su hacha había desaparecido.
Furioso, pensando que su vecino se la había robado, se pasó el resto del día
observándolo. Vio que tenía maneras de ladrón, andaba furtivamente como un
ladrón y susurraba como un ladrón que pretende esconder su robo. Estaba tan
convencido de su sospecha, que decidió entrar en casa, cambiarse de ropa, e ir
a la comisaría a poner una denuncia.
Nada más entrar, sin embargo, encontró
el hacha -que su mujer había colocado en otro lugar. El hombre volvió a salir,
examinó nuevamente a su vecino, y comprobó que andaba, hablaba y se comportaba
como cualquier persona honesta.
Muchas veces somos ligeros para juzgar y
basándonos en pocas referencias relacionales, creemos que contamos con la
información pertinente para emitir un juicio. Según los estudios en psicología,
solo
toma una décima de segundo la acción de juzgar a alguien y dar una primera
impresión, aunque luego, nos tome muchísimo tiempo y
evidencias cambiar nuestra manera de pensar sobre esas personas. Esa opinión
inicial no viene dada solo por lo que la persona presenta o manifiesta, esa evaluación
viene “certificada” por nuestro historial y experiencia, que nos dice que
juicios emitir y que generalizaciones hacer con ciertas características.
En
pocas palabras, esta impresión o juicio viene dado no por lo que la persona es,
si no por lo que “representa para nosotros”, de acuerdo a nuestras historias
personales y experiencias que, de una manera inconsciente se la adosamos a este
nuevo contacto, dándole desde ese primer segundo características adquiridas con
las experiencias con otros.
Ciertas
investigaciones encuentran que cuanto más tiempo
se toman los participantes para formar la impresión,
más confianza tienen en las impresiones que recolectan. Las personas no
solo son rápidas para formar las primeras
impresiones, sino que también son
bastante precisas cuando el objetivo se presenta a sí
mismo de manera genuina. Generalmente no hay mucha precisión para percibir
emociones fingidas o para detectar mentiras.
Y
aunque parezca invención, estas primeras impresiones generan poder. Una vez
consideramos que esas personas nos generan confianza y son de fiar, comienza
una relación ciega de absoluta entrega a ellos. Sus acciones y conductas son
permitidas en base, no a su desempeño real, sino a aquello que nosotros creemos
de ellos…y allí pueden venir los desengaños.
Entonces
la gran moraleja de esta reflexión es: Debemos aprender a tomar tiempo para
conocer a nuestros relacionados, sean estos directos o vinculados a nosotros
por una representatividad colectiva. No podemos escoger ni amigos, ni compañeros
ni mucho menos representantes gubernamentales por la “bonita impresión” que me puedan
generar.
Necesitamos
pasar, sobre todo a estos últimos, por el tamiz de las conductas comprobables, la
seriedad, comportamiento colaborativo y solidario y una muestra fehaciente de
honestidad.
Ya
basta de enamorarnos a primera vista de políticos y caer en el desengaño
amoroso de su traición.
Por
sus acciones los conoceréis.
Saludos
Arnaldo
García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com
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