CALIENTE
En el año 2009 se
estrenó a nivel mundial una película del género de acción-ficción que trataba sobre
el fin del mundo de acuerdo a la profecía maya. “2012” es el título de
esta cinta, dirigida por Roland Emmerich y protagonizada por John Cuzack, entre
otros. Según estas
predicciones, ese año se produciría el fin del mundo, que iría acompañado de diversas
catástrofes naturales: erupciones volcánicas, tifones y glaciares que inundarían
el planeta. La película, como tal, deja mucho que desear, aunque con unos
efectos especiales interesantes, en cuanto a los fenómenos naturales, muy
cuestionable por las innumerables peripecias que sus protagonistas deben sortear
hasta llegar a unas naves nodrizas que los países poderosos y los ricos del
mundo, desarrollaron para garantizar su supervivencia y la de le especie
(seguimos en el fondo con las desigualdades). Al final, los pobres logran
incursionar en una de las naves, ayudados por unos lamas y comienzan una
travesía hacia la tierra prometida, que nos es otra que África, el único
continente que se salva.
Esta, como otras producciones cinematográficas,
reflejan muchas de las predicciones que, a lo largo del desarrollo de la
humanidad, el mismo hombre ha hecho sobre su fin. Que si en el 2.000 con la
llegada del nuevo milenio, que, en 2012 por ser año bisiesto, y ahora en 2.020,
que también tiene su película, sobre lo proyectado por Mayas, Incas, Egipcios,
Nostradamus y otros profetas. Lo cierto del caso es que el hombre, a lo largo
de su existencia ha pensado permanentemente en lo efímero de la vida y cuando
esta llegará a su fin a nivel colectivo. Y con la llegada o aproximación a las
fechas proféticas, algunos curiosos entran en angustia a la espera del
cumplimiento de las mismas, viéndolas pasar de largo y a la espera de otra
nueva visión predictiva.
Paralelo a esta visión determinista,
encontramos otro grupo de personas que también, a lo largo de la historia han
trabajado duro para buscar la preservación de la especie y la mejora en su
calidad de vida. Desde los científicos de comienzos, que con escasas
herramientas y conocimientos perseveraron en la búsqueda de fórmulas para la
mejora, hasta los modernos, que, con el crecimiento de la tecnología, logran
avances realmente asombrosos y nos dan momentos esperanzadores en la solución y
cura de innumerables enfermedades, lo que podrá garantizar una alta tasa de
vida para muchos.
Pero mientras todo esto pasa, la tierra
se convulsiona cada día más. Pareciera que vivimos en un paralelismo donde, el
hombre con sus avances y ritmo de vida va en una dirección autómata y sin
importar lo que impacta su desarrollo y sin ver en el canal contiguo a una
naturaleza golpeada, disminuida y clamando auxilio ante tanto descontrol. Basta
con ver los noticieros y evidenciar, por una parte, el desarrollo humano, con sus
ciudades, empresas, comercios y personas en un ritmo de vida avasallante, todos
inmersos en su día a día y pensando solo en el presente. Por otro lado, en ese
mismo noticiero, te enteras de los innumerables desastres naturales que nos
afectan como humanidad y que poco a poco van en aumento y haciendo mella en
nuestro maltratado planeta.
La tierra está caliente, y no me refiero
solo a la temperatura, sino que esta brava, molesta, enfadada con nosotros y lo
demuestra en cada uno de los fenómenos que nos presenta y que se hacen cada vez
más llamativos: Tifones, deslaves, inundaciones, terremotos y volcanes son ya
parte de nuestro impensable día. Algunos los padecen y sufren directamente,
otros, la gran mayoría, los vemos desde lejos, como si fuera la película 2012, pensando
en que su impacto nunca nos afectará y que no es más que fantasía.
Urge tomar consciencia de los momentos
que vivimos. Es indispensable que cada uno de nosotros asuma un rol protagónico
en la preservación de nuestra especie y la naturaleza con ella. Ya no basta con
recitar el mantra de reducir-reciclar-reutilizar, necesitamos trabajar todos en
acciones mas impactantes, tanto en nuestra familia, como en las comunidades y
los países. Es una acción de todos y debemos buscar la manera de neutralizar estos
efectos por el bien de la tierra y de nosotros, si pensamos vivir muchos años
más en ella.
La naturaleza está caliente y nos toca
bajarle la temperatura.
Saludos
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com
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