DIGNO COMO UN REY
En unas sesiones de meditación
dirigidas en audio que estoy practicando, nos invitan a mantener, con el ideal
de enviar mensajes positivos a nuestro cerebro y alcanzar una relajación
adecuada, una postura digna. Específicamente, el ejercicio nos invita a
imaginar que somos Reyes y como tales, estamos sentados en un trono ... ¡Con
todo y corona en la cabeza! Un porte sobrio, estable, donde tú columna se
mantenga derecha, pero a la vez relajada y cómoda. Debes imaginar tu mejor
escenario y lo más importante, mantener ese porte en tus pensamientos, así
cambies de atmósferas.
Reflexionando luego sobre esta
experiencia, el concepto de dignidad comenzó a rondar en la cabeza, ya que,
como tal, tiene un valor fundamental en el condicionamiento que podemos hacer
de nosotros mismos. Sentirme digno significa, en pocas palabras, sentirme
valorado, en primer lugar, por mí mismo y luego como una condición normal de
mis relaciones de vida.
Según Wikipedia, “La dignidad, o
«cualidad de digno» (del latín, grandeza»), hace referencia al valor inherente
del ser humano por el simple hecho de serlo, en cuanto ser racional, dotado de
libertad. No se trata de una cualidad
otorgada por alguien, sino consustancial al ser humano.No depende de ningún tipo de condicionamiento ni de diferencias étnicas,
de sexo, de condición social o cualquier otro tipo”. Esto quiere decir que en
términos generales TODOS somos merecedores de la cualidad de ser dignos. Pero
la gran pregunta que podríamos hacernos es, ¿dignos a qué? Y aquí entran en
juego una serie de valores y sentimientos que parece que, en muchos lugares del
mundo y a lo largo de la historia, han sido olvidados o manipulados por mera
conveniencia. Somos dignos a ser libres, a ser merecedores de respeto, y a
actuar de acuerdo a nuestra conveniencia a través de nuestro libre albedrío. Al
reconocer y tolerar las diferencias de cada persona, para que ésta se sienta
digna y libre, se afirma la virtud y la propia dignidad del individuo,
fundamentado en el respeto a cualquier otro ser. Se trata de una cualidad
totalmente individual, de cada persona.
Según la declaración de los Derechos
Humanos, redactada después de la segunda guerra mundial, la dignidad es una
condición de todos y un derecho irrenunciable. Esta declaración que ha sido
refrendada por todas las naciones, nos indica que todos los seres humanos
nacemos libres e iguales en dignidad y derecho. Quiere decir esto que la
dignidad ni la confiere ni la elimina ningún ser sobre otro, por más poderoso
que sea en el marco económico, social o político. Todos somos dignos, libres y
merecedores de respeto.
Nuestra historia está plagada de
ejemplos indignos de estas condiciones, cuando unos han tratado de imponerse a
otros a través de desmerecer o descalificar su condición humana, háblese de
esclavismo, o las atrocidades del nazismo en contra de los judíos. En todos
esos casos existe un interés marcado en descalificar al hombre e infravalorar
su condición.
Debemos reforzar y manejar nuestra
dignidad, ya que esto nos ayuda a esgrimir un adecuado equilibrio en nuestra
personalidad, trabajando en un balance adecuado entre la humildad y la vanidad.
Si lo trabajamos adecuadamente, reforzamos nuestra personalidad viviendo una
sensación de plenitud y satisfacción, sin embargo, si manejamos la dignidad en
exceso podemos fomentar un falso orgullo que nos hace creernos merecedores de
privilegios o prebendas diferenciadoras.
Un elemento adicional que también me
enseñó este ejercicio de meditación es que, si al adoptar esa postura de
dignidad, adicionalmente sonríes durante un minuto, independientemente de tu
condición, los nervios de la cara le dicen a tu cerebro que estas feliz y el
cerebro emite mayor dopamina y esta nos permite inhibir la reacción de huida y
lucha (o ansiedad que todos vivimos) y así podemos estar más atentos a los
momentos presentes y ser más felices y productivos.
No dejemos que nadie nos robe nuestra
dignidad. Podemos estar pasando por momentos duros y problemáticos motivados
por condiciones externas a nosotros, que nos hacen entristecernos y creernos
poco merecedores y limitados, sin embargo, nada de lo que nos ocurre debe
afectar nuestra dignidad y la creencia en que tenemos una valía única. La vida
gira y en sus vueltas encontraremos momentos buenos y malos. No le des poder a
nadie ni a nada sobre ti.
Comportémonos dignos como un rey.
Saludos
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com
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