EL PODER DE MI SER
“Había una vez, hace cientos de años,
en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras
calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura
en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentra con
un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es
Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice: - ¿Qué haces Guno, tu ciego, con
una lámpara en la mano? Si tu no ves. Entonces, el ciego le responde: - Yo no
llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de
memoria. Llevo luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi...
No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para
que otros puedan servirse de ella. Cada uno de nosotros puede alumbrar el
camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo
necesite” ... (P. Juan Pablo Esquivel – Aciprensa)
Nuestra misión de vida es trascender.
Venimos a este mundo con un propósito concreto, aunque muchos de nosotros no lo
identificamos hasta bien entrada la madurez. Nuestros actos, por más
insignificantes que nos parezcan impactan en otros y tienen el poder de cambiar
vidas, tanto para bien como para mal. Haciendo una pequeña retrospección de
nuestra existencia, encontraremos personas, eventos y circunstancias que nos
marcaron definitivamente. En primera instancia en este reparto de novela de
vida, nos encontramos con la familia. Nuestros padres, abuelos, tíos y otros
personajes cercanos ejercen esa primera influencia sustancial. Asimilamos sin
darnos cuenta de ese aprendizaje y, luego con los años, nos vamos percatando
que, en situaciones particulares, asumimos comportamientos y respuestas que
vimos en otros en el pasado. Allí se evidencia el poder de la influencia.
Nuestro ser está en capacidad de percibir y seleccionar conductas que, gracias
a esos modelos del pasado, podemos o no desempeñar en el futuro. Somos, para muchos
de nuestros allegados y en ocasiones para extraños, por nuestro nivel
relacional, modeladores de referencia y escultores de personalidades.
Por ello, es fundamental estar
conscientes del poder que tenemos sobre otras personas. No hablamos de un poder
de dominación, que lo hay y en muchos casos son negativos, hablamos de un poder
subliminal y activo que viene atado a nuestras acciones y comportamientos.
Enseñamos desde el modelaje y nuestro círculo aprende en él, lo positivo y
negativo. Como dinámica en algunos talleres invito a pensar en alguna persona
que nos haya impactado positivamente y siempre como respuesta, encontramos
muchos que lo han hecho. Seguidamente los invito a revisar también aquellas
personas que nos hayan impactado negativamente y, con toda naturalidad,
aparecen en nuestra mente personajes relacionados con nuestra familia, trabajo
y amigos que, con su comportamiento o experiencias, nos han dejado una
impresión negativa. Todos han trascendido, la diferencia está en lo positivo a
negativo de esa influencia.
El mundo necesita en estos momentos
mucha influencia y modelaje positivo. Tenemos la obligación moral de enfocarnos
en el poder de nuestro influjo y comportarnos con principios cívicos y morales
de altura. Debemos frenar el influjo negativo de los antivalores y la
descalificación con el concurso de un comportamiento ejemplar, modelar
conductas ante niños y jóvenes que puedan ser replicadas en el futuro. Son
momentos de Solidaridad, Cooperación, Trabajo en equipo y Hermandad. No solo en
nuestro círculo íntimo y directo. Debemos abrirnos a las comunidades y comenzar
a dar, a través de nuestras conductas positivas, ese modelaje adecuado de
humanidad. No es una tarea solo de líderes religiosos o políticos. Todos
podemos impactar con conductas por más insignificantes que nos parezcan. El
mundo será un mejor hogar para todos, si reconocemos nuestro poder y lo
ejercemos con civilidad.
En este nuevo año que comienza, les
deseo la mayor de las bendiciones para su familia y que entre todos podamos
ejercer el cambio positivo que nuestras sociedades necesitan. Les dejo de
regalo el poema de Marianne Williamson, declamado por Nelson Mandela
en su juramentación como presidente de Suráfrica : Nuestro Miedo más profundo.
Feliz año 2.022 para
todos¡¡
Saludos
Arnaldo
García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com
Nuestro Miedo más
profundo.
Nuestro
miedo más profundo no es que seamos inadecuados.
Nuestro
miedo más profundo es que somos poderosos sin límite.
Es
nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta.
Nos
preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso?
En
realidad, ¿quién eres tú para no serlo?
Eres
hijo del universo.
El
hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo.
No
hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se
sientan inseguras.
Nacemos
para hacer manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros.
No
solamente algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno.
Y
mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a
otras personas para hacer lo mismo.
Y al
liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los
demás.
Marianne
Williamson.
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