Y VAMOS DE NUEVO…

Cada año, por estas fechas, comenzamos un proceso personal y muy íntimo que nos lleva a sacar balance de nuestras actuaciones en el año que acaba de terminar. Es un proceso casi inconsciente en el que, al aparecer en el horizonte la llegada del nuevo año, repasamos nuestros objetivos y planes realizados en el pasado y evaluamos su cumplimiento. Todos, aunque no lo reconozcamos de manera pública, aspiramos a algunos cambios en diferentes temas de nuestra vida, y aprovechamos estas fechas como símbolo de partida de nuestros nuevos niveles de exigencias y retos personales. Existen algunos que lo manifiestan a viva voz y preparan hasta listas de deseos y actividades que comparten con sus allegados, como compromiso simbólico de cumplimiento y disposición a implementar con la llegada del nuevo ciclo vital.

Llegados a este punto, donde todo termina y comienza, viene por supuesto, el proceso de evaluación y certificación de los avances en dichos retos. Algunos (creo que muy pocos) celebran sus logros y avanzan a retos de mayor dificultad con la llegada del nuevo período, pero muchos otros, al someter esos planes a su valoración, se percatan que no pudieron alcanzarlos, o bien por no prosperar el tiempo suficiente o porque nunca arrancaron de la mera intención. En estos casos, por su incumplimiento o niveles de dificultad, vuelven a aparecer en nuestra nueva lista, ocupando posiciones de vanguardia.

Los deseos y pretensiones son muy variados y dependen de cada quien y sus motivaciones personales y ambiciones del momento, pero existen en el “top ten” de estas categorías unos clásicos irremplazables como “comenzar una dieta en enero”, “inscribirme en el gimnasio por todo un año”, “aprender un nuevo idioma” o “terminar los estudios pendientes”. De esta famosa lista quedan descartados algunos célebres deseos como comprar casa o coche, ya que, por los altos costes de vida, son proyectos de una envergadura de esfuerzos sobrenaturales y pasan a formar parte del mayor sueño de todos: ganarnos la lotería.

En vista de lo anterior, quiero comenzar mi primer artículo de este año brindándoles algunas claves que podemos desarrollar para hacer de esta tarea algo viable y cómodo de desarrollar. Meternos presión con planes superexigentes no nos llevará, de entrada, al cumplimiento de los mismos y, aplicando la máxima de la filosofía japonesa, es preferible comenzar con pequeñas victorias que nos garanticen la motivación y el estímulo para ir por más en cada proyecto. Entonces allí está nuestra primera tarea: Definir propósitos sencillos y alcanzables que estén determinados de una manera tan sencilla que su ejecución pase a formar parte de nuestras vidas como una mera actividad cotidiana. Un ejemplo práctico puede ser el bajar de peso. No es lo mismo plantearnos una meta de rebajar 20 kilos a formularnos una meta de bajar 5 kilos en los dos próximos meses. Hacer ejercicio permanentemente a planificar agenda para caminar tres veces por semana. Lo segundo se nos hará más manejable y al cumplirlo, ganaremos en confianza para continuar.

Es importante también que estos propósitos vengan acompañados de programación. No es lo mismo el deseo de caminar tres veces por semana que el programar agenda para caminar 45 minutos lunes, miércoles y viernes de 6 a 7 de la noche. Allí le meteremos presión al cumplimiento, con una agenda programada que no debemos violar y que, dado el tiempo de cumplimiento, se convertirá en una rutina ya inconsciente practicada sin obligación. Por supuesto es necesario ser sensatos de nuestras agendas y no “forzar” tiempos que luego sabemos que no cumpliremos y nos lleven a la frustración.

Y por último, nada tan sencillo como una lista de pendientes, en ella puedes incorporar no solo las actividades rutinarias, sino también tus planes y proyectos en pequeñas etapas de consecución. No hay nada más motivante y estimulante que cuando ponemos un check en la lista o tachamos una actividad realizada efectivamente. Al final del día, puedes evaluar tu lista y comenzar a trabajar la lista siguiente con los pendientes de la anterior y verás como vas alcanzando metas sin notarlo. Planifica en función a lo importante, dejando siempre margen de acción para acometer lo urgente. No pongas una agenda cien por ciento comprometida, ya que te presionaras en demasía. Date tiempo para resolver imprevistos y te sentirás mucho más eficiente. En esa lista de pendientes debemos incluir nuestros aspectos personales y de trabajo, de manera que podamos conciliar todos los aspectos de nuestra vida.

Todo esto debe ir aunado a la diversión. Para la psicología positiva, no hay nada mas estimulante en nuestra vida que lo que nos da placer y nos permite fluir con la tarea. Nunca nada obligado es bueno y debemos acometer estas acciones desde el disfrute para hacer de ella algo enriquecedor y nutritivo para nosotros y nuestros allegados.

No es difícil, solo debemos comenzar a practicarlos. Soñar no cuesta nada, planificar y ejecutar sí.

Y, por cierto, para ganar la lotería es importante un secreto: jugarla.

«Cuando es obvio que no se pueden alcanzar los objetivos, no ajuste los objetivos, ajuste los pasos de acción». Confucio.

Saludos

Arnaldo García Pérez

@arnaldogarciap

www.arnaldogarciap.blogspot.com


 

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