BAJÁNDOME DE LA PERRERA, SE NOS PERDIÓ LA DIGNIDAD.


BAJÁNDOME DE LA PERRERA, SE NOS PERDIÓ LA DIGNIDAD.

Vivimos tiempos inimaginables. Cualquiera de nosotros, en su sano juicio, jamás consideró ni imaginó que llegáramos a los extremos a los que nos han llevado. Tal vez alguno conoció, por el relato de sus abuelos, las penurias que pasaron los que vivieron las guerras. Otros, más cercanos, pueden recordar tiempos de carencias, en situaciones difíciles, pero nada como esto.

Que doloroso los paisajes y escenarios cotidianos. Salir en la mañana es vivenciar las experiencias más dolorosas que la gente de nuestro pueblo puede estar viviendo. Van como animales en camiones y cavas, atropellados en su físico y su dignidad. Caminan kilómetros bajo la lluvia y el sol para poder llegar a su sitio de trabajo, muchas veces horas después de la entrada, para recoger un salario que no le permite cubrir el mínimo de sus necesidades. Más doloroso aún, ver a niños y jóvenes, que deberían estar, solo pensando en su futuro y jugando en alguna cancha bien equipada, hurgar en la basura por algo que comer o en el mejor de los casos, pidiendo dinero para el resuelve.

Nosotros, los escasos clase media, no nos quedamos muy atrás. Con los pocos recursos financieros que ya se hacen exiguos para cubrir el presupuesto familiar, debemos hacer rondas y maromas para lograr productos y servicios. Nada sirve. Las colas donde usted se meta son interminables y la calidad del servicio es cada día más pobre. Maltratos y groserías se reciben en cualquier lugar, por cualquiera de los empleados.

Pero lo más doloroso que estamos viviendo en nuestra apatía. Nuestra falta de espíritu. El pueblo que se alimenta de un grito guerrero del “Gloria al Bravo pueblo” ya no lo es. No solo me refiero a las protestas que deberíamos orquestar para exigir nuestros derechos ciudadanos, las cuales desaparecieron por arte de magia y ya ni en la creatividad de ningún líder político parecen idearse. Me refiero también a la defensa de nuestros derechos como consumidores de servicios y bienes. Nos sabemos muchas veces especulados y bajamos la cabeza, nos vemos en tantas oportunidades maltratados y seguimos visitando los mismos lugares. Una vez estando en una cola de dos horas en un supermercado para cancelar unos jabones, la gente que me acompañaba manifestaba entre ellos su molestia. Al exigir la presencia de la supervisora, inmediatamente comencé a detallarle los maltratos de que éramos víctimas y para mi sorpresa me quede solo, ninguno de los que protestaba, momentos antes, me acompañó en la defensa de nuestros derechos.

Tenemos las miradas vacías. No hay luz ni energía en nosotros. Pareciera que estamos hipnotizados o idiotizados, tal vez sin capacidad de respuesta ante algo nunca visto, tal vez en shock por no saber cómo responder a lo que nos pasa.

Pero algo debemos hacer. Hay que recuperar la dignidad y comenzar de nuevo a defender nuestros derechos. Son nuestros, se ganaron con la lucha y la sangre de nuestros progenitores y no podemos permitir que se nos pierdan. La violencia no es la vía. No puedes luchar en planos que no conocemos, no manejamos y no tenemos la capacidad. Pero el intelecto si lo tenemos. Debemos comenzar a protestar de manera pacífica ante cada atropello, dejar sentado nuestra inconformidad y compartirla con el más necesitado. Hay que hablar y crear conciencia de la situación, no desde la lloradera de lo mal que estamos, sino desde la visión que podemos tener un mejor futuro. Convirtámonos en portavoces de un mañana mejor, defendiendo nuestros derechos y nuestro presente.

Venezuela es nuestra.

“La fuerza no viene de una capacidad física. Viene de una voluntad indomable”. Mahatma Gandhi

Saludos
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com

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