FRUSTRACHERA
La primera vez que escuche este término fue hace muchos años, de la boca de un profesor del IESA, quien nos refería que esta expresión representaba una condición que mezcla dos sentimientos encontrados: por una parte, una enorme frustración, producto de la impotencia en el hacer y una gran arrech… que la adereza.
La frustrachera
es esa sensación de imposibilidad que nos invade cada vez que nos sentimos
incapaces de reaccionar ante una situación.
Diariamente
estamos expuestos a una gran cantidad de circunstancias que nos producen
emociones diversas, alegría, rabia, frustración, miedo, dolor y pare usted de
contar. Muchas de estas sensaciones son producto de nuestra relación con el
entorno, sin que siquiera podamos controlar su aparición. Desde que
salimos temprano a la calle, vamos acumulando una serie de escenarios que nos
llevan hacia las emociones negativas. El tráfico, las colas, la escasez de
tantas cosas, la inseguridad, la falta de recursos y servicios, son solo
algunos de los ingredientes que se juntan en este caldo de cultivo que genera
en nosotros la sensación de una bomba a punto de explotar.
Así mismo, en el
plano personal y de nuestras relaciones, vivimos diariamente sentimientos
encontrados que alimentan nuestra frustrachera; impotencia ante las situaciones
externas, problemas laborales o personales, traiciones, falta de honestidad o
credibilidad, problemas con los jefes, los empleados, las parejas, los hijos, los
amigos y muchos más.
Pareciera que
estas turbaciones nos llevan contra la pared y es inevitable el envolvernos en
estas emociones hostiles. Ceder a esta circunstancia ocasionará una espiral
indetenible de trastornos negativos. Como eventos de “acción-reacción”, si
decidimos engancharnos en lo negativo, comenzaremos a recibir, en mayor
proporción, ese tipo de emociones. Como un bumerang que se devuelve hacia
nosotros, el responder con negativismo, nos traerá más negativismo.
Somos dueños del
manejo de nuestras propias emociones. De nadie más que de nosotros mismos depende
el camino que podamos tomar y las acciones que podamos ejercer. Debemos
reconocernos como propietarios de nuestra vida y de decidir que nos afecta y
que no. Conduzcámonos con Asertividad y Empatía para responder a las
circunstancias que se nos presentan. Pero eso sí, no dejemos de responder. La
no reacción es lo que genera frustración y esta acumulada, genera esa rabia en
aumento que nos lleva a la frustrachera. Reaccionemos desde lo positivo,
busquemos las mejores decisiones para nuestra vida y enfrentemos esas
decisiones con firmeza y seguridad. Esto se transformará en confianza, que nos llenará
de paz interior y energía positiva para enfrentar lo que se nos aparezca.
Generando positivismo en mí, contagio a mis allegados, familiares, vecinos y
comunidad y entre todos, podemos lograr los cambios que todos anhelamos.
Cada mañana
cuando salga a la calle, vea a su entorno y reconozca la frustrachera en los
otros. Mírelos a los ojos, bájese el tapabocas y regálele una sonrisa, así
comenzaremos a contribuir para crear un revulsivo positivo ante tanto
negativismo.
Enfrenta tu
vida. Decide y Vive con la certeza de tus decisiones.
No les des poder a otros para cambiar las cosas que tú, junto con otros, puedes hacer.
“No puedes escoger si serás lastimado en este mundo, pero si puedes decidir quién te lastima”
De bajo la
misma estrella. John Green.
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com
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