DESUBICADOS
El término desubicado nos refiere a una
persona que está desorientado o incómodo en un lugar, o que está en un lugar
que no le es propio. Se dice también de la persona cuando actúa sin
corresponder con la situación o que no se comporta de acuerdo con las
circunstancias y hace o dice cosas inoportunas o inconvenientes.
En esta Venezuela bizarra que vivimos,
encontramos unas tipologías de desubicados que son perfectamente identificables
y que responden a sus intereses particulares. Mientras el país atraviesa por
una de los períodos más rudos en lo económico y social y el costo de la vida
aprieta con mucha más fuerza a un segmento cada vez mas grande de la población,
encontramos en paralelo, la aparición y puesta en desarrollo de emprendimientos
en las principales ciudades del país que sorprenden por su naturaleza
contradictoria con la realidad. Bodegones de lujo que se especializan en la
venta de delicateses importadas, con una gama y variedad de productos que
sorprenden y que, en muchos casos, ni en la época más productiva de la nación
se comercializaban en el país. Lo paradójico no es la iniciativa que puede
verse suicida en una primera impresión, lo asombroso es ver como estos
establecimientos se llenan de clientes ávidos por su mercancía y cancelando en
moneda dura sin la menor contemplación, convirtiéndose estos en nuestra segunda
categoría de desubicados.
En una tercera tipología están los
beneficiados de las remesas o de los pagos de bonificaciones o extras a través
de moneda extranjera. Los vemos en supermercados, restaurantes y tiendas
comprando con un exagerado éxtasis, como si de ganarse la lotería se debiera su
fortuna y sin importar el cuidado de presupuestos, comprando todo lo que tienen
a su alrededor, dándose lujos momentáneos que reflejan su ignorancia del
momento.
Y por supuesto están aquellos
privilegiados por la crisis, que, sacando provecho, legítimo o no, están en una
situación super cómoda y que, en algunos de los casos, viven mejor ahora que
antes. Gente que se regodea por poder hacer sus compras fuera del país, tienen
plantas eléctricas y tanques con bombas de agua y ninguna penuria por quejarse.
Con este panorama dominante la pregunta
de las cien mil lochas sería: ¿Cómo podemos cambiar un país cuando una gran
porción de la población no tiene la menor intención en hacerlo? ¿Como
desarrollamos programas de conciencia para el desarrollo y educamos a una gran
porción de población cuando no existe la sensibilidad para hacerlo? ¿Será que
los desubicados somos nosotros?
Tenemos una gran cruzada por delante y nuestra
principal tarea es educarnos en el pensamiento colectivo y en entender que,
pese a que se mantenga una posición privilegiada no podemos divorciarnos de la
realidad de todos. El país nos necesita unidos en un solo norte,
independientemente de nuestro nivel de desarrollo.
Necesitamos una sobredosis de Ubicatex.
Saludos
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com
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